viernes, 16 de enero de 2015

El cuento del Lobito Bueno...


Érase una vez un lobito bueno,
al que maltrataban todos los corderos.

Y había también un príncipe malo
una bruja hermosa y un pirata honrado.

Todas estas cosas había una vez
cuando yo soñaba un mundo al revés.


Paco Ibáñez









El cuento del virrey Oliván.

Había una vez un virrey llamado Oliván. En sus dominios del Salud se pasaba por el arco del triunfo toda legalidad vigente que le estorbase, o así le pareciera. Permaneciendo sordo, mudo y ciego a todas las peticiones de sus gobernados y gobernadas. Sólo importaba su santa voluntad.

 De vez en cuando bajaba de su nirvana y firmaba acuerdos con los y las representantes de sus gobernadas/os. Era lo que más le ponía. Sabía que no los iba a cumplir y el oírlos decir a coro "¡jo, tío, nos has vuelto a engañar!" era el sumum del placer. Estos mansitos/as le resultaban tan graciosos/as... tan majos, tan buenos y responsables.

 Y así queridos amiguitos y amiguitas revolcándose, restregándose y rascándose en sus aposentos, feliz de placer transcurría la vida de el virrey Oliván.

Pero un buen día aparecieron unos malos, malísimos y malasombras de la CNT y se acabó la tranquilidad. Lo demandaron por tener a miles de sus gobernados y gobernadas con contratos en fraude de ley y le ganaron los juicios.

 Desde entonces empezó un vivir sin vivir en él. El dominio sobre unos gobernados y gobernadas precarizados lo podía perder. Además estos malos malasombras de la CNT exigían que la totalidad de las plazas se sacaran a concurso de oposiciones. Pero no sólo eso, sino que en su maldad, los malasombras pretendían que todos aquellos y aquellas gobernados, eliminados de las plantillas, volvieran a cubrir sus plazas ¡Qué insensatez! Pensó el virrey con gran inquietud.

 Con él no iban a poder. Así puso en marcha su plan B. En primer lugar llamó a los buenos, buenísimos y responsables de los representantes de los gobernados para ordenarles una "unidad de acción": todo vale, es decir, mentir, manipular, calumniar, descalificar a los malasombras. Igual que en la dictadura, todos juntos en unión jodiendo al trabajador. ¡Cómo envidiaba aquellos tiempos cuando los jueces no fallaban en su contra y los malos malasombras iban a prisión!

 En segundo lugar ya tenía establecida la estrategia: se haría el tonto. Bueno, aunque los virreinatos de la administración estaban llenos de inútiles, tampoco podían pasar el estadío de tontez más allá del fronterizo.

 Sí, se haría el tonto ¿cómo iba a saber señoría en mi ingenuidad que tenía miles de gobernados en fraude de ley? Y además, por incapacidad administrativa no asumiría las sentencias y las dilataría en el tiempo.

 Así el virrey Oliván, admirándose de su sagacidad cayó en un sopor por el esfuerzo de pensar. Un sueño se adueñó de su mente. En él los malasombras de la CNT penetraban por todos los espacios. Las penumbras, las tinieblas, las oscuridades empezaban a difuminarse con su luz. Lo arcaico, lo antiguo, lo viejo, la mentira, empezaban a desaparecer. Con esa luz ya no sólo eran los niños los que veían a rey desnudo, también los mayores los percibían a todos en bolas (por cierto, patéticos).

Despertó angustiado y sudoroso, palpándose vio que estaba vestido y suspiró, pero un rayo de sol entraba por la ventana iluminándolo todo como en una premonición.

Y colorín colorado queridos amiguitos y amiguitas esta primera parte del cuento ha acabado.

MORALEJA: Cuando los reyes, virreyes, sus buenos y responsables son el problema hay que dejar que se vayan cuanto antes al cielo y coger la solución de los malos malasombras para fabricarnos el cielo en la tierra... lógica y racionalmente, sin ellos.

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